sábado, 30 de enero de 2010

Belarmino

Me consta: nada mejor que los institutos nacionales de salud. Pero 30 aaños abandonado el sistema, la demanda es tal que quien no está a punto de morir debe esperar para estarlo y ocupar un lugar. Eso hago. Con fiebre de menos de 40, no hay manera. ¿Cómo, si en la sala aguarda un centenar de enfermos terminales? Clínicas privadas? Sí, pa que lo maten a uno por negligencia o angustia de declararse en quiebra.

El mexicano y la muerte amiga. Hace rato que no sé y no me atribulo por ello, que la primera enfermedad seria aguantará uno hasta la última hora y si los grandes tipos esos de los institutos lo consiguen, alavados sean, y sino a empujones hacer que la amiga cumpla su tarea
Hace años, acompañando el montaje de Asamblea de Ciudades, una gran exposición sobre el siglo XIX en ésta, eché un ojo a una increíble cantidad de fotos ceremoniales sobre entierros de niños. ¿La idea de la muerte es estas partes es herencia prehispánica o de un primer siglo de colonia con la población indígena reducida a undiez por ciento de la que era?
¿Cómo quejarse de muerte prematura en un país donde las espectativas de vida para las comunidades chiapanecas anda por los treinta y cinco años?
Por eso cada día echar las cuentas, de modo de que el changarro que se deja no quede en números rojos. Un pequeño cumplimiento tras otro, hasta que se pueda. Podrán escribir pocas o muchas cosas en la tumba de uno. Uno quisiera una sola frase: Ni un minuto sin pasión
Nomás pensarlo: nueve de cada diez se marcharon. Hay que imaginar al que quedó, mirando desde su jacal el cementerio en el patio. ¿Quién supo de soledad y muerte más que él?

Soliloquio dearina.

Érase una vez un fan de un tal Jaime López. Adonde se presentará el hombre iba el tipo. De capa caída el cantautor, tenía cuatro días de show en un pequeño bar. Fue el fan, no había más de una docena de parroquianos y por ello se desgañitó en ¡Encore! Solidario el individuo ´la noche siguiente invitó a una amiga....


Andaba ella en un periodo de coqueteo subido y con cámara nueva. Llegaron al lugar, la amiga no paró se disparar sobre el López y, al terminar, la pareja fue invitada a la mesa del Señor. El fan sabía que echaba a la basura una máxima: la admiración, cuanto más lejos, mejor, pero o tuvo de otra.
Cinco minutos sobraron para que la máxima reventara de gusto: el declarado émulo de Tintan odiaba los tirantes y revelándose sin tapujos como un Lautremont mex y muy mejorado, ponchó en línea a todos los poetas nacionales y no nacionales, que jugaban en la liga Nacos.
De ir a solas y a riesgo de llevarse unos buenos cates, a las diez líneas del monólogo aquél, el fan habría hecho uno de esos mutis soberbios con copa aventada a la cara del fantoche, pero la dama se recreaba en la escenificación que con toda obviedad se montaba en su nombre.
Vacío el lugar a la voz de ya, el admirador no encontró mejor refugio que el baño, cuyos cuatro metros cuadrados no dieron para mayor aprendizaje. Al regresar, el poeta, más maldito que nunca, se levantó un momento a exhibir su trágica vocación, y la invitada, encantada, contó a su acompañante la primera frase que el admirado le soltó al quedarse a solas.
Si una mujer...
Gran señor, sin duda, nuestro Dylan de petatiux, tratando de bajarle la morra a su único seguidor. Pero más, por su lautremonada. Sucedía la historia un viernes. El sábado en el tugurio, el público llegó al punto de congelación
Por cierto, un comentario de la amiga el domingo, le hizo dudar al fan si el viernes siquiera la libro saliendo con ella del brazo, porque a lo mejor el sábado, mucho hielo en el bar pero chance no en la cama del señor

Viernes social, un paseito. La sección Jalisco se oye roncar. La Domi y la Pilar, cenando a la luz delas velas cada una y con cara de borregoas a medio morir. La Ña Boca Ratón se pone su bata sexi pa don Gerar. La Mónica está enpemada, de PM, se entiende. Olga tiene cruzado un nieto en cada costado de la cama. A la Ivy se la llevó la Marta Mabel a ver al tío tocar el bandoneón. A la Caro la volvió a agarrar la Ley

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Como voy a pasear por la avenida principal (¿quién le habrá puesto Inicio?), me doy una rasuradita, una peinada, una perfumada, me planto un clavel en el hojal y Adios, mi reina, Hola, compadre, Ay, nanita, Ya ni la friega, manta, Órale, la cosa está que arde, y besito mua acá, besito mua allá... (Escuchase un grito: -¡Ese Belar, se salió sin chones!)

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Como pues cuál México, tengan su mariachi tapatío, su china poblana y, pa coronar, su Tri, y a chillarle por el resto de la vida. Un par de estrellitas marineras, unos quince que llegaron a pesar de la runfla de entrenadores, directivos, manejadores, y cinco colados, digamos. Todos más solos que "un torero tras el telón de acero". Por una vez un entrenador que salió de Cuatitlán.


Y a final de cuentas, nada más parecido a la política nacional, que eso. Cada quien agarre lo que le guste, que la patada lo mismo sirve pa un golpe militar que pa una revolución. Uno closetea, chiflen a su mauser, dice en público, y en la telera se come el rebozo de ansias. Si pierden, Ya sabía, si gracias a la Lupita ganaron, Qué chingón el día
La neta, neta, neta, lo misamo de siempre: Potros, Potros, Potros, y a chiflar a su mauser los otros, incluidos la verde
Usease, que sigo por la vereda tropical, y como lo mero de uno es sufrir, Lupita, que le salga lo mamila a Rafita y en el último minuto !tengan su quinto partido!
Ya andan los encuestadores lavando dólares en la calle tras la revelación: ¿Sí la salva el Tri (qué parecido el apócope, ¿no?), Titino Peña Miento sigue cincho? ¿Cuándo llegará el ungido?, digo, pa que termine de ponernos en la madre



A mis casi 63 estoy pa todo: divertirme, azotarme, apasionarme, lo que sea... MENOS PAL LUGAR COMÚN.

Lo siento, pero no soporto el no reconocimiento de la soledad esecial, del roer de la muerte desde el primer día -que todo en el universo es dialéctica entre vida y muerte- y de las virtudes de la melancolía. Perdón, pero si más frecuentáramos a esta señora, amigándola, habría infinítamente menos terapias y menos terribles dolores por perder contacto con la real.
Y no les hablo al tanteo. Ahora a los niveles graves de angustia se les pone el oprativo de ataques de ansiedad. ¿Cuántos quieren que les presuma, mil, dos mil, más? Hace justos 35 años un médico me durmió tres día diciendo a mis cercanos: Quién sabe si al despertar esté más allá. El estupido y sus tratamientos de caballo no sabía que años de aprenderle a eso y a la melancolía me habían vacunado contra sus pronósticos.
Por cierto, ese cabrón célebre médico me debe el mal comportamiento hepático que no me afecta todavía en nada, fuera de prohibirme disfrutar el alcohol, pero que un día se cobrará. Cuando vi que lo nombraban sicólogo del Tri y y lo sostenías por décadas, supe qué tan mal nos iba a ir en los mundiales.
Ya, tantita neta y menos hacernos bueyes
Es como las fotos de muchas épocas de mi vida: Uy, qué terrible se ve ese hombre. Sí, me veo por fuera como por dentro, que bien podría maquillarme. Y vuelvo a recordar a la bellísima francesa del Reino de Este Mundo, cuya frescura se fue al caño tragada más que por la selva y el agotamiento de sus potingues, porque desaparecían todos sus afeites pariionos para el alma: ser alguien, tener una bonita casa, etc
No más lugares comunes. Bueno, desde hace 55 años, no más. Ahí pregúntenle a mi hermano pequeño y a mi jefa
Oye, ese pin Belarmino pierde chambas como loco.
-Le falta sentido común.
Sí sentido común y lugares comunes.

Que estoy aquí pa algo más neta que nomás pasar



Qué difícil estar aquí. Siempre lo supe, le digo a la que siempre me acompaña.
¿Con qué cara pararse frente a los hijos y Perdón, habría querido... aún no entiendo cómo salieron del brete, si este panadero ni siquiera podía agarrar la masa?
Debieron correrme de todos lados. Me habría cansado pronto de tocar puertas para pedir un taco. Y más, en resistir la lluvia y el frío.
A final de cuentas eso soy: un rascamapache, como dice Leopoldo que por sus rumbos llaman a los teporochos. Uno de lujo, a quien en lugar de aventarle una moneda para su vicio, le pasan un cheque mensual, y en vez de patadas recibe amorosos golpes en la espalda. Hasta sus gracias lo animan a hacer y le aplauden luego.
Ay, amiga. ¿Te encariñaste conmigo a fuerza de ir a mi lado? Sonríes. Vamos sincerándonos: ¿no es que te gustó esto? Ahora pareces una niña, una muy pilla. Anda, vamos a comprar cigarros. Te cae simpático el gorrión colorado ese, ¿verdad?
Lo que me faltaba: sacar a pasear a mi muerte y cuidar que no la atropellen en el cruce.

Cómo reverdecen las jacarandas, tienes razón. Sí, la simpatica chamaquita de carrillos de globo, el pobre sauce que no termina de entender que su plácida calle se convirtiera en eje vial, el cristal del otoño recodando los buenos tiempos, el delirio de vida de la esquina, la conmovedora, dulce, gastada pareja sesentona de la tienda, el avión...
Hace días murió una amiga. Fue tras largos, ejemplares años de estar a punto y revolverse a punta de contagiosos bailes, besos, carcajadas. Hace un par, otro sabe que no queda mucho y, de antiguo enloquecedoramente prolífico, se da lleno a la insanidad y no para de repartir reuniones, charlas y páginas.
Es cierto, siempre hay algo que hacer, siempre algo porque retrasar la marcha.

Uno de cada dos días hago el rito para salir a la calle ocultando la presencia de mi amiga. Algunas lo consigo. Las demás, hasta el rey del optimismismo se entera. Hoy me da igual si la cuadra entera sale para mirar.
La conocí en la panza de mamá, por mucho que ella se esforzara. Cantaba la mujer, creyendo acunarme entre castaños, sin darse cuenta cuánto mejor se filtraba el aleteo en la melancolía interminable de su voz. Qué terriblemente seca eras, compañera, helabas la sangre. Cuántas infernales tardes y noches me diste. Tantas, que terminaste por encontrarle el sabor a la acera contraria. Ahora va a costar un trabajo enorme convencerte de cumplir la tarea. ¿O se volvió mía?
Menudo espectáculo: el tipo que sirve de sombra a su ama y llegado el momento tendrá que llevársela con él a empujones. Imagino el ridículo show final: ella tirando patadas, escupiéndome, un improperio tras otro, y yo jalándola.



1 de abril de 2010


La siesta, despertas hecho pomada, creer que algo marcha muy mal y entender: no recogiste suficente vida en el día, hermano, que como siempre viene lo mismo en eros o la quinta Bethoven que en madame melancolía. Lo sabes y siempre lo olvidas. La señora tristeza es una gran compañía, a veces del brazo de tu eterna ama y sombra. Anda, date un paseo con ellas.

Dártelo para mejor contagiar a la niña de miel con tu sonrisa.
Gira las cuentas la niña y la cabeza olvida el suave bamboleo del cuerpo, que es
donde el verdadero rosario va. En el nacimiento de las ristras por la nuca, que el viento juega, están sus verdaderos áños y no en el látigo de su cabeza
La niña camina por la calle a solas, sin saber que la miras. aunque debiera pues prometiste ser canción y seguirla para balancerla en tur ojos. Entre los dedos se pasean las cuentas de su rosario de malos días.
Pisa y la tierra bajo sus pies se le queja: ¿Por qué amándonos tanto, no me sientes? Se queja también ése que hace cuanto puede por divertirla en la nuca, y que poco paciente, nervioso, necesitado de certificar su existencia, se pone peor que Pablito en el salón y sopla y sopla sobre ella y en la desesperación le levanta la falda.
Lo sigo, la sigo sin falta, con la mirada, a tal punto que mi par de amigas se encelan, voltean, la encuentran y se ponen contentas, que hoy su buena obra será con dos

1 de abril de 2010

domingo 28 de marzo


Ora sí, Única, encontré la exactisísima, sobre todo hoy. Se llama Tú me has de querer y es con el Bola de Nieve.

Y por lo que dice la canción, por eso, es que no me engaño: la esperé toda la vida. Porque "tú me has de querer/PORQUE ANOCHE LO VI EN TUS OJOS".
Jamás vi eso, jamás vi esos ojos. Y esos ojos no son cualquiera. Jamás ví unos más brillantes, languidos y sonrisos a un tiempo
Las fotos contigo se quedan a miles de kilómetros de distancia. O tendrán que ser de alguien muy, muy chido, que pesque esos ojos, esa sonrisa y esos ademanes.
Y sí, muero de amor. Y eso suele dar miedo. Pero no esta vez. Porque no quiero ser dueño de esa mujer.
Porque sé que esa mujer camina sola y lo hará muchísimo tiempo después de que yo no esté. Y porque sí mañana encuentra a un mejor amor que el mío -bueno, uno más apuesto e inteligente, porque de calidad de amor está canijo-, juro que no me importa. Pal resto de mi vida me acompañas, pegaditos uno a otro y hablándonos a la distancia
Voy a terminar creyendo que pa uno, pal hombre que teme la posesión porque la mujer sin falta se escapa, como debe ser, al intento de tragársela entera... que pa uno, pues, sólo a los 62 podía llegar eso, el gran amor. Ahora, cuando no quiero devorar a nadie, que largos años me enseñaron a eso: a querer más allá de mí, y a disfrutarlo
Eso estuvo ahí pa otras, antes. Pero no quisieron. Querían la posesión o el puro viento. No estaban dispuestas a lo que la Única está dispuesta: a no renunciar a sí, a que nadie la contenga.
Ella es ella, le pese a quien le pese. Y eso, de vuelta, garbanzo de a libra
Neta que estoy a punto de enlistar una por una de las que creyeron quererme y no lo hac ... Ver másían, procurando otra cosa, y jamás se entregaron sin temor. Entregaron digo, cosa bien difícil. Entregaron como se debe, no "pa juntos siempre" a fuerzas, sino hoy y, si se confirma, mañana. Y así.
CIEN VECES DIJE Y NO ME CREYERON: HAGAMOS POR NO ROBARNOS EL ALMA. CREÍAN QUE ERAN PALABRAS. SE NEGEBAN A APRENDER DE LO QUE, UNAS POQUITAS, SÓLO UNAS POQUITAS, HACÍAN CON SUS CRÍAS: DAR Y RECIBIR AMOR INCONDICIONAL, DISPUESTO A DEJAR MARCHAR
Mucho debemos revisarnos los hombres, rosario de miedos y furores. Pero voy creyendo también, que es así, PORQUE LAS MUJERES SE MANDAN SOLAS TAMBIÉN PA LAS MALDADES: CHUPAR A LOS HIJOS, DEMANDAR, TRAMPEAR... ORA SÍ QUE CON ABSOLUTA EQUIDAD DE GÉNERO: SOMOS DOS Y LO TERRIBLE SE CONSTRUYE JUNTOS . EL MENSAJE VA PA LAS QUE ME MERECEN RESPETO, ENTRE ELLAS, TODAS LAS QUE QUISE Y ME QUISIERON. PA LAS Y LOS DEMAS, QUE SIGUEN HACIENDO DE LA PAREJA UN CONTRATO, SILENCIO ABSOLUTO. Esos que se PUDRAN EN EL FOGON LOS NO EN BALDE LLAMADOS HOGARES- HOGER, LLAMAS PA LICUAR, PA DESHACER A LA PAREJA Y A LOS HIJOS. A FUEGO LENTO LOS HACEN CALDO, LOS HOGARES
Ya de últimas. Vistos de fuera cualquiera dirá "par de locos". Y es cierto, y así entonces a la vez, que la locura, cuando no nos extravía por completo de la realidad, tiene mucho de sabia. ¿Loquitos, verdad, Única?


Viernes 26 de marzo de 2010


En la escuela y la oficina tome usted Vitalicina, y tenga usted amig@s y amores.

En esos, claro, como "pueblo chicho, infierno grande", se puede parecer picaflor. Y no, uno se enamoró de alguien que puro viento quiso ser, y luego llega lo hace mucho esperado...

¿Viene el segundo strike? Bien vale probar. Eso sí, pal ponche ni quien se pare al plato. Se comenta a sí mismo el esquizo.

Foreveryoung, sí, en el afortunado y el desdichado sentido. Porque, sí, patético uno con su sesentona adolescencia. Y un buen esforzado, también, queriendo como la rola: por siempre verdadero, a puro pulmón... La factura me la pasan, claro: las justas burlas y los factibles golpetazos
Fenomelógico uno , es sus actos, y si loco, necesariamente por loca la acción. De amor pasional, esta vez, ni más ni menos que, siempre, de amor de padre, abuelo, hermano, nieto, carnal
Tanto, que tal vez la Perfecta saldrá corriendo en diez minutos, o en este justo momento, al leer. Qué hacerle. Ahí sí aunque el de enfrente lleve 26 retirados en línea sin que le roce la bola, sigo con mi bat enano.

La Idónea, sí, no importa que ella se niegue tal es. Tesoros tod@s. Eso somos. Si a punta de mordizcos, me cito, del primero al último andamos cuchos, el caudal sigue ahí. Si como un par que conozco por aquí -léase la Bere y su señor- le entráramos tantito a picar piedra... regalazo
Usted, mi Idón, regalazo sin necesidad de que sude uno. Con usted al puro palpar el muro pa probar dónde pegar... con eso. De miel usted, pa mí o pa otro. Casi no importa, ya le dije. Que a punta de empeñosos años, uno aprendió a querer al otro más allá de sí mismo

Quisiera pasearla tal es. No para presumir, que seguro se me voltearía la tortilla y según público refrán terminaría siendo el más clásico de los babosos. La quisiera pasear pa que vieran lo que ven y no. Bueno, hasta pa que la comprara alguien mejor que yo, quisiera
Si a la noche vengo con tamaña peda sentimental, que ni el muro este da pa los chillidos, es porque la Perfect, por buenas, obvias razones, tiró a la basura la computadora, con un ¡Ay, nanita!

El esquizo sigue comentándose. Es bien tonto él, pero a ratos, qué chistoso.
Más esquizo:
-¿Qué, no sabes nada de la vida? ¿No ves que así le metes miedo a ella y corres de tu lado a otros?
-No, no sé, y a estas alturas ni quien quiera aprender.
-Ya te calé, compadre. Mi pecho al aire, pero no dan paso sin huarache. Ya vi que abajo pusiste Vamos probando el viento.
-Chance. Lo seguro, lo que si he visto, es que que todo es más fácil a la chita callando. Echar unos cáculos, unas sonristas, unos velos aquí y allá.

... Pero qué hacerle, si desde la escuela de párvulos en esa materia me vienen tronando. Las de A lo que te Truje Chencha, son las únicas tareas es las que algún 6 saqué
Y el esquizo pa todo buscando la metáfora popular, chafaldrona
¿Y la chamba?
-Oh, ya lo dicen las sagradas escrituras: para todo hay un tiempo bajo el cielo. También pa echarse un solitario

Bueno, Idónea, ya regrese de sus clases y su cena, que éste buey se va acabar la página antes de saber si todavía sigue siendo la dueña de sus quicenas y agarra vuelo pal viernes social donde la va a llevar... por ahí, o le mete a la imaginaria botella pa medio soldar el alma

domingo 21 de marzo


Chistoso el hombre que una y otra vez dice, Partir, no haber sido nunca en el lugar "lleno de ruidos", y no para de gritar. Dice que nadie jamás lo escuchó, porque no ha pronunciado palabra desde el primer día. En el fondo no miente

Dice el hombre éste que odia al vocinglero que inevitablemente lo lleva, pues de otra manera habría desaparecido hace mucho. Hay que creerle, pues su tiempo y su rostro aquí ocultan sus días. Son días, por ejemplo, de andar por la memoria de obrer@s, campesin@s, desamparados de la ciudad revolviéndose contra el futuro que se les destinó. Y entre la de ellos va la suya, que calla pues sus motivos eran distintos y se traducían en plena felicidad por lo compartido y dolor por no ser el que debieraA punta de ruido anda el hombre, poniendo bombas nucleares, robándole la vestimenta a geniales persoanjes, amando u odiando a Mía, susurrándole a la Niña, para terminar rompiendo en llantoEs el llanto que lava, y no limpia, tristezas, pasiones y procuras tan antiguas como los huesos del tipo. Por encima de todas, una que no hay modo salga por la garganta y es muchom más que el exilio de los padres y los abuelos.Sin eso nada se explica en el hombre, su sin palabra, sus cuarenta pasos, apenas pudo andar, a la azotea de donde no saldría sino en sueños. De ahí su fervor por cuatro niños, de ahí todo: de una eterna sonrisa de nueve meses y sus prodigios, desde hace ya 54 años.
De los ojos en iluminación y la boca sin resorte ni buenas costumbres, que saben del mundo lo que sólo sus iguales, los elegiods, pueden. Y con la sabiduría, la condenada, torturas sin falta cada día
El hombre girta y ni un Sí ni un No pronunció nuca. Que en verdad no está, se lleva apenas, pendiente las 24 horas de una silla de ruedas a 10 mil kilómetros de distancia
La alharaca por la Ella que corre a sus brazos o lo desprecia, es un juego y nada más, del hombre que hasta en las risas cualquiera percibe la trtisteza inosobornable, que nadie puede tocas

sabado 20 de marzo
Pasaron los años a la manera que debe en una historia como esta, en dos segundos, pues, y el tipo cada vez menos creía cuán burlados fueron ella y él por la mentira que a la primera el dios del viento le vendió: De tocar alguna vez tierra, desaparecerás. Al recordarlo…
Al recordarlo… al tipo se le salía una lagrimita por los dos, hecha burbuja de jabón, claro, que se rompía con una mera insinuación.
Eso escribí después del apasionado romance con Mía.
Habrá que revivir a Bataille o alguno de sus compadres, darle diez minutos para mirar y uno que otra idea den sobre el amor y la sexualidad por el hiper
Nada debería sorprender, que en el amor y en el sexo, ya se sabe, todo se vale.
Hasta el lerdo sesentón lo sabe.
Juega el tipo y en las primeras partidas se levanta de la mesa más satisfecho que cuando Dios inventó la epidemia -ah, ese señor qué mala leche tiene, aunque más bien creo que es un pobre diablo bien inventado por nos para eximinirnos de culpa.
El caso es que el tipo se echa sus manos de poker en el amor y el sexo por el viento, y se va a casa la mar de contento. Una noche, en el camino ese de vuelta a su cama, se le ocurre revisar las ganancias en su bolsa, mete la mano y al saca repleta dice Sí, apenas me caben en el puño pero más me parecen ¿nada?
De modo que, el recuerdo asegurándole que es experiencia, procede como la vez aquélla con Mía, sopla y no vuelva sino un polvillo
Se palpa el hombre, duda, va a la pared para con la cabeza propinarse un buen par de golpes. Y sí, duelen una barbaridad y el chipote requiere atención inmediata de la hielera
La sensación en su cuerpo sigue siendo extraña. Se lo dicen los pies, baja la mirada y no sabe qué pensar. Juraba que las historias de fantasma eras sólo eso, historias. ¿Qué decir ahora, entonces, en que se aleja levitando
Y al echarse a dormir le entra un temblor de muerte. ¿Y si amanezco y descubro que dejé de ser?
¿O que soy a los papeles de Trino, una caricatura?
Delira, pues, el individuo, y hasta cree escuchar una gran carcajada
¿Ee ella, la Nueva, quién se burla?
Cómo saber, si cuando la depositó en la cama con la delicadez del amante eterno perseguidor, la mujer era un hilacho a punta de amor y placer
Nunca encontré, ni soñe siquiera, creo, en alguien como tú, le dijo a ella
y la humanidad de ambos de arriba abajo gritaba No soporto un día más y apenas amanezca iré a robarte, no importa los miles de kilómetros de por medio
Pero si apenas un polvillo en la mano luego de la larga partida, ¿En verdad querrá que la robe, en verdad vendrá a lo mismo ella? ¿Cuánta noches llevara la amada perfecta, sentada a la mesa con las barajas, doblando apuestas?
Obsesionado, el sesentón se apura a hacerse una jarra grande de café y con un par de cajestillas en ristre, se pega al aparato, preparado a que su Don, un aventurero interminable, algo le revelé en sus tres docenas de discos. Y tal vez lo hace
Porque el hombre hace mucho descubrió que el Mr. había recorrido la Autopista 61 no más de un par de veces, y que no había manera de que en ellas le diera tiempo a vivir cuatro docenas de romances
¿De aire tú también, pregunta el adorador a su patrón? ¿Siempre de esto fue todo? Bueno, no, se digna contestar el insoportable flautista en mientes: el Romeo y su dama, la Beariz y su poeta... casos hay...
Nueva, ¿seremos el tercer ejemplo de la historia? ¿O terminaré en el sotano de mi casita, cuando el piso se desplome de golpe? ¿Importa? ¿Lo que vale es la canción cuando se compone y cada que se interpreta? Usted dirá, Zimmerman... y tú, Nueva
Tú también dirás. Mía calló, tal vez tú en verdad tengan voz

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El que hace bromas, el que grita, no soy yo. Es la careta que permite seguir al que una foto a los 28 años revela como el que no puede más. Ya estaba en la cuna la foto. El camino ha sido largo y silencioso. Ni una palabra mía escuchó nunca nadie. Porque jamás la pronuncié
Partir, digo, y no haber estado nunca en el lugar lleno de ruidos. Es la desesperación por volver a mí, por deshacerme del fantasma que me hice No en balde le final de las memrorias ficcionadas que escribo, encontrará a Calderón de la Barca. La vida es sueño, sí Con el mismo rostro de la foto, sin ironía, a penas sin oir, escucho a alguien que dice:

-Está deprimido el hombre.
Y el de la foto, claro, no va a contestar con lo que sabe. Si lo hiciera quizás su voz no alcanzaría a llegar.
-Confirmo, está deprimido el hombre.
El hombre no está. Anda en la fotografía. Por eso sólo puedo ser con los nietos. No esperan que diga nada. Sienten mi presencia y ya.
Al menos hasta aquí. Mañana serán mayores y ya no les bastará.
Y sin embargo, estar, estar. Cómo no hacerlo, cómo no desearlo, si hasta la rama muerta de la jacaranda frente a mi ventana es un prodigio
Quien diga que quiere marchar de aquí, miente o no estuvo nunca. Si hasta mi muerte se agarra con uñas y dientes, y en los paseos juntos, me de tan alborotada tengo que cuidar no la atropellen en el cruce
Por eso la composición de fotos que me hizo Rocío y la canción: And the wind keeps rollin',/And the sky keeps turning gray./And the sun is set.../The sun will rise another day/
Will I walk the long road? Cannot stay.../There's no need to say goodbye... ,All the precious moments...
going round, round, round

Es sábado por la mañana y mi careta-fantasma, que según el visco francés soy, lanza chascarrillos, sube música, coquetea sin querer o a propósito... Lleva al de la foto, que sólo así puede sobrivir. Ese de quien nadie jamás escuchó palabra, pues nunca la pronunció Siempre atrapado en el juego de imágenes, me obsesiono en que mi "perfil" en este mundo virtual quede exactamente como está ahora. Claro, al rato vendré yo fantasma a deshacerlo todo con mis juegos. Para insistir, luego. Hasta el buen día de decidirse y al fin...


El de la foto vuelve a escuchar:
-Ahora preciso: no está deprimido el hombre, es maníaco depresivo.
-Sí, eso que ahora llaman bipolar.
El de la foto queda en la misma exacta posición. Y a lo vago, sin interés, piensa: ¿En verdad los demás jamás se miran al espejo. Depresivo, bipolar... es lo menos que me han dicho

Dije recoger el legado de mis padres en su forma de La última puede ser la mejor etapa de la vida. Sí, para deshacer el enredo






Mis recuerdos, por donde fluyo al origen, que no dejé nunca, al que vuelvo.
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Termino de hacer las cuentas, madre, y faltas. Hablçe ya de la última vez juntos, que fue en un espectáculo mío en el restaurante el que solías ir, entre una larga mesa de tus más queridas amigas. Dije cosas terribles de ti a grito limpio, marché y nos esquivamos cuando llegaste a tu casa poco antes de yo tomar el avión de vuelta a mi país.
Mujer sin tacha, decían cuantos sabían de ti: proba, sin maledicencia para nadie, esforzada, fiel a cabalidad a los tuyos y a tus principios... Y no valoraban en mínimos justos términos, tu con mucho mayor obra.
Pecabas de lo de cualquiera, de ser de carne y hueso y no corresponder así por completo a la imagen que te hacían. De eso te acusaba en el restaurante. O tal vez justo y sobre todo, de tu gran mérito: el valor, que a más de lo otro, lo de veras importante, te hizo construir durante treinta y seis años la oportunidad de cumplirte y cumplir al marido volviendo a donde los echaron los malditos. Te fuiste, ma, cuando no encontraba el modo de voltear a las madres por las cuales te cambié apenas tuve modo de huir a la azotea, menos de un metro de alto, dije, y una batita encima. Sin ti no había más a quien apelar, nadie delante, y quedé a solas para encarar la vida con la parte que me correspondía de los hijos.
Resultabas tan blanda y a un tiempo y sin querer tan dura conmigo. Huías ante mis ojos, luego de hacerlo ante mi boca succionándote el pecho. Un sábado de mediodía, cuando tenía trece años y mis hermanos mayores diecinueve y veinte, por la ventana mirando al amigo de ellos saliendo de su casa frente a la nuestra, sin darte cuenta dijiste:
-Ese es un joven guapo. Como los de mi pueblo -porque era a lo cuadrado, al modo de los mineros.
No lo veías con antojo y lo que me soprendió no me hizo polvo porque de alguna manera lo sabía desde cuando te me ibas por el pecho -imagina, ma: el niño de brazos en ti, por ti, entero, que a lo súbito no sabe cómo cae en el vacío y aprieta con la boca y con las manos y no hay sino seca carne, des-almada.
A buenos ratos no me encontraba en el espejo, Puri. Me buscaba y en mi lugar estaba un remedo que se empavorecía en los ojos -los ojos, siempre persiguiédome en ellos, tras los de la azotea, un poco tristones pero amorosos. Eran hijos del cinturon de montañas casi a un paso en el aire como de lupa de tan diáfano.
Mañana sigo, ma, que ya no puedo.
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Mira cómo nos has hecho, jóvenes, hermosos, transparentes en la página que en verdad no oculta sino cuanto va despertando con las palabras y no asoma, pues está al reverso, donde no hay modo, como en la luna nosotros: siempre la misma cara, en el juego de misterio revelado poco a poco y de vuelta nada, si la encuentras, si a su manera sabes jugar a las escondidillas, que noche tras noche busca un lugar distinto para empezar y deriva, deriva. ¿Y a la vuelta, en su otro lado, pues? Ni quienes creemos conducir las letras, tu y yo, veremos nunca en lo através de nuestros dedos creado.
Hermana, fuente, Pelusa, la que no cabe en la calle y nadie percibe, miniautura, contra el borde de la banqueta caminando aterrada por la rata, el charco, la bicicleta, el viento para ti siempre tormenta, la bolsa del super en sus lomos, el brutal tránsito arriba y sus despojos: la cáscara de naranja, la colilla, el escupitajo...
Niña perfecta, haciéndonos príncipe y princesa, página sin águila ni sol, traslúcida, donde reinventarnos.

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Quieres que escurran las palabras, ¿verdad?, que vayan cayendo al fondo con los días y se renueven siempre.
Que te sientas agotada en la banqueta, dices. Que no más cumplir con nadie. ¿Te planto un tamarindo al lado y te reclinas en él, quieres? Lo hago con trampa, sabiendo que te envolverá el perfume agridulce que baja de las ramas, y volteas para encantarte con el fruto ese de color tierra santa, la rama que él remata, la copa cabellera al viento soplando desde abajo para airearla, sus retos y el tesoro de sus recovecos, uno mejor que el otro, a los cuales, ay, hermana, ya trepas. Extenuada estabas, sí. Y no ha pasado un minuto y te columpias del primer brazo que pescas:
-¡Mira! Ven, es divertidísimo.
Ah, Morusa, pa locas, tu persona
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Nadie nunca buscó en mí como tú. En verdad me persigues a través de lo que espera descubrir mis fracturas y mis risas. Y yo tu piano, la abuela, la madre que pare en medio de la nada, la muchachita en la fotografía, el hombre moreno, fuerte, bien dibujado que hiciste tuyo a la buena o a la mala, juraría, y los cántaros, vaya uno a saber cuántos, rebosando lo que tus ojos y tus oídos, milagros, echaron y se volvió surtidero incontrolable.
Cómo quisieras sujetarlo, darle órdenes, no sé si aplastarlo a ratos. Y gracias al cielo no puedes.
Manas, Pelusa, y no hay copa de sostén capaz de retenerte el pecho. Un día de estos tu casa amanecerá inundada de la misma exacta leche con que criaste tres hijos y un amante.
Río, dije, fuente, montaña, creo a ratos. ¿Cómo cabes en la calle?
Anda, mírate, mientras me hamaco en el tendedero en el que me haces.

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Se me cayó el cielo, ¿ves? A mitad de mi ciudad en grito. Y tú no atino dónde el piano se te fue después.
El piano. Tu piano aquí, para escuchar en él, que se murió antes de que pudieras ponerle encime las manos pequeñitas, pequeñitas.
Sé que no quieres que empiece por ahí, pero es que te busco, en tu Piano:

"Aquella mañana, todo parece más frio, las cobijas, la habitación, el ambiente, la casa, los humores, incluso los sueños han estado llenos de frío. Hasta mi cama llega el olor del café de olla recién hervido, pan de levadura, huevos fritos y tortillas de harina, solo de recordarlo, se me hace agua la boca.Tengo cinco años y estoy de vacaciones en la casa de mi madrina. Me dejan dormir con Alba, la hija pequeña. Su habitación es hermosa y duerme solita, no como en mi casa que dormimos cinco hermanos en una cama; los tonos rosados predominan en las paredes, ahí huele a manzanas, a maíz, a nubes, huele a pueblo. Adoro esa habitación. Los velos de la cama que nos cubren por la noche, el colchón de borra, suavecito de tanto usarse, todo es mágico. Claro, es una casa de ricos de pueblo. Los muebles sin polvo que huelen a crema son como espejos y nos podemos reflejar en ellos. Mi madrina es una hormiguita, no para de trabajar en todo el día: limpiando, cocinando, bordando, zurciendo, siempre con esa sonrisa en el rostro. ¡Ah, mi madrina! ¡Cómo me gustan ella y su casa! Dos cosas más, me gustan de esa casa: la cocina con sus muebles blancos de hierro laminado. Y como son ricos, mi madrina tiene la primera hielera del pueblo, blanca como los demás muebles. Hasta parece ser la continuación del piso blanco, pulcro y muy brillante. Mireya , cuando nos ve entrar en la cocina, siempre nos grita: -¡Cuídense los calzones que se les ven en el piso!- Y nosotras caminamos sin separar las piernas, asustadas de que se nos vayan a ver. Esa cocina es el retrato de mi madrina, una cocina que huele a pan de maíz, a avena, el olor de la leche hervida para el atole, el aroma del café, de las tortillas de harina, de los huevos fritos. Qué combinación de olores salen de esa cocina. Y otra cosa que me gusta de esa casa, es aquel piano de Mireya. Un piano de juguete, minúsculo, color negro con teclas blancas y negras que suena como un piano de verdad. ¡Dios! cómo deseo ese piano, me gusta mucho más que la casa de muñecas que tiene mi amiga Alba, una casa de madera hecha a escala, idéntica a la casa de su abuela, la mandaron hacer en la mejor juguetería del Paso, Texas. Es una herencia de familia. Un verdadero tesoro. Completamente amueblada, con puertas y ventanas que se abren, los muebles pequeñitos, con colchas y cortinas, en el baño hasta tiene su cancel lleno de toallitas, sobre el lavamanos de porcelana botellas de cremas y perfumes, esa casa es una obra de arte. Es el adorno principal de la recamara de Alba, pero a ella no le gusta, ni siquiera la mira. Me sorprende esa casa de muñecas, pero a mi, lo que me gusta es el piano. Lo quiero con ansia, como desea un niño aquel juguete que se resguarda detrás de un parador y que sabe que no llegara a sus manos ni en el cumpleaños, ni en el santo, ni en navidad, simplemente porque es juguete para niño rico y yo solo soy la ahijada pobre que va de vacaciones.Ese piano yace abandonado en el rincón del pasillo, al lado de una alacena de madera vieja y roída por los ratones, una alacena que mi madrina guarda como herencia de su madre. El piano está ahí a un lado. Casi escondido, nadie hace caso de él, solo yo que le veo de lejos, sin atreverme a tocarlo.Mireya se da cuenta que me gusta y se alegra, le regocija saberse dueña de algo que alguien más quiere y que no puede tener porque ya tiene un dueño, y el dueño precisamente es ella. Lo extraño es que Mireya tiene trece años y yo solo cinco, aún así, ve que paso cerca al piano aguantándome las ganas de tocarlo, y entonces es cuando se da cuenta el poder que da tener algo que otra desea.Todas las mañanas me mandan al corral para alimentar a las gallinas, nunca le he dicho a nadie esto, porque soy niña de rancho y es ilógico que tenga esa clase de temor, pero sí...le tengo miedo a las gallinas. En cuanto me ven salir de la casa, se lanzan en desbandada hacia mí, miles de picos y de alas revoloteando a mi rededor, siento que me quieren comer. Todas mis pesadillas están llenas de picos y de alas. Se comen mis pies y mi cara, y me sacan los ojos. Cada vez que me mandan al corral estoy segura, que ese día, sí se cumplirán mis sueños. Todas las mañanas, espero con terror la encomienda. Salgo al corral con cesta llena de granos de maíz. Escucho mi voz salir de no sé dónde, llamándolas a comer:-prrrr papapapapapu!! ppprrrrrr papapapapapapaarrrraaa. - este sonido es inútil porque las gallinas ya están encima de mis pies picoteando alrededor de ellos. Cuando logro vaciar la cesta, como puedo, escapo del montón de plumas y de picos, y camino hacia la parte trasera del corral. En mi recorrido alcanzo a escuchar los mugidos de las vacas. Mi padrino tiene cuatro vacas metidas en el corral, solo para satisfacer las necesidades de los habitantes de esa casa; pero además, hay dos caballos viejos que yacen guarnecidos debajo de un tejaban hecho de hojarasca y ramas secas donde permanecen ociosos, calientitos y bien alimentados gozando de su jubilación , premiados por los servicios prestados con anterioridad. Además hay marranos, paso cerca de ellos y me hacen fruncir la nariz, porque ese olor es fétido y muy cargado.Cuando llego hasta la cerca, me paro de puntitas esperando ver, pero no alcanzo, así que me asomo entre los huecos de la madera, por ahí alcanzo a ver el barranco donde crecen algunos manzanos. Al pie del barranco pasa el río con sus murmullos y sus quejidos. El acariciar de las rocas produce un sonido melódico que me gusta mucho... el canto de los pájaros que vuelan bajo buscando el nido y más abajo, las mujeres lavando con lejía, muy de madrugada se llegan a la orilla y permanecen hincadas sobre las rocas durante horas enteras, es por eso que se vuelven viejas.Por las tardes, todos los niños del pueblo, tomamos camino rumbo al río, mientras unos nadan, otras comen manzanas verdes con sal y limón, Después nos quejaremos del dolor de panza, el cuento de todos los días.Mi madrina siempre nos encarga: -no coman manzanas verdes – Pero como no le obedecemos, al final del paseo terminamos regañadas y cenando en la recamara. Pero como es mi madrina, todos los regaños suenan a caricias con palabras. Mi madrina se llama Gloria y le hace honor a su nombre. Es un dulce con sabor a sol, con olor de lluvia, con caricias de agua, llena de paz y sosiego. Camina si tocar el piso, ella es omnisapiente, omnipotente, es mi madrina. Siempre está sonriente, aún en las penas. Ella es un consuelo dentro de su propio dolor, ganancia dentro de su propia perdida.A pesar de todo esto, no he permitido que ella sepa de mi anhelo por el piano, ella seguramente me lo regalaría, pero no, siempre escondo ese deseo detrás de mis párpados, solo Mireya lo conoce. Mireya y ese piano, que cada vez que me ve pasar me llama diciéndome:- ven, ven, tócame. - pero yo me hago la disimulada y paso como si nos oyera nada, aunque de reojo lo miro escondido en aquel rincón.Sé que nunca podrá ser mío, lo sé en mi corazón. Pero aún así guardo una pequeña esperanza en el cuerpo. II - ¡Niñas! ¡ Niñas! – Nos gritó la madrina desde una ventana-vengan a desayunar...Corrimos hacia la casa y nos recibió ese olor tan peculiar, olor de pan de maíz, especialidad de mi madrina.- Mamá – dijo alba-, por la tarde mi papá me dijo que tendríamos una elotada, que teníamos que ir a cortar elotes a la labor...- ¿Eso dijo?- preguntó, mientras nos miraba con aquellos ojos de luz- pero hijas, ustedes son muy pequeñas para cortar elotes, cortar elotes tiene su ciencia.- Mamá ya no somos tan pequeñas,-dijo Alba-, ya tenemos ocho años...¡Ocho!- recalcó mostrando al mismo tiempo ocho dedos.- Mira Alba, es mejor que vaya Ben quique. Él ya es grande y ya puede. Que se lleve la carreta y que le ayude Ricardo.- ¡Ay, mamá!- se quejó mi amiga mientras le hacia un puchero de frustración.- Bueno, bueno… pueden ir con los muchachos, pero nada de meterse a cortar elotes, les puede pasar un accidente.Alba se sintió satisfecha por ese trato.- Mira Rocío, como hoy es nuestro último día en la Pineria, debemos aprovechar muy bien el tiempo que nos queda, ¿quieres ir por los elotes, o nos metemos en la pila?- Estará tan fría el agua, como estaba ayer?- pregunté- porque ya ves, ayer me dio muy feo dolor de muelas. No podía dejar de titiritar, el agua casi estaba congelada..- Jajajaja- se rió mi amiga- ¡qué delicada eres! El agua apenas estaba bien para este clima...ya ves como ha hecho calor, ¡mamá! – Llamó – este año la manzana va muy bien, porque gracias a dios no ha granizado...están verdes, ricas..¿Podemos cortar algunas?- ¡Alba! ¿Qué te he dicho de comer manzanas verdes? Cada año que Rocio viene de vacaciones se enferma del estómago. Ya no sé que pretexto darle a mi comadre, pensará que soy una descuidada o que la enfermo a propósito.- no madrina- me atreví a decirle- mi mamá no piensa nada de eso, es que siempre me enfermo del estómago, o de las anginas...- Sí mi’ja, pero no en mi casa. Así que ya sabes Alba, nada de comer manzanas verdes.- ¿Ni duraznos?- ¡Alba!- sentenció con la voz mi madrina- no me quieras hacer enojar.- Ay, mamá, es que no nos dejas hacer nada.- se quejó de nuevo Alba-- Aquí hay muchas cosas que hacer... ¿Por qué no las hacen?Nos quedamos en silencio, tratando de adivinar qué cosas serían aquellas que podíamos hacer en casa. En el rancho ya teníamos una semana completa. Me encanta ir a ese lugar al que todos llamaban La Pinerìa. Llena de huertas de manzanas y una sola huerta de durazno, estaban probando porque el clima no era muy benigno con esta fruta. Experimentaban y parecía que daba resultado. Además, extendidas por hectáreas, plantaciones de maíz y de frijol. Ya sentía sobre mi nariz el olor de elotes tatemados en la hoguera, que sabor y que delicia. Creo que Dios premió al hombre que cultiva con la tierra y el fuego, porque de la tierra sale el maíz y con el fuego se tatema.Cuando terminamos de desayunar, salimos al cobertizo. Frente a nosotros se veían todas las huertas, se oía el rumor de los insectos volando por doquier. Un cielo limpio y azul, y una fresca brisa se posaba sobre nuestra cara, humedeciéndola. Creo que esa gente es joven para siempre gracias a ese rocío que invariablemente, muy de mañana, no caía del cielo, sino que levantaba el vuelo desde la tierra.Recuerdo el jardín, lleno de margaritas blancas y girasoles tan amarillos como el sol, tan enormes y tan altos como yo. Claro que tengo ochos años y soy pequeña, muy pequeña, tanto que ese día me perdí en la labor, entre los maizales que cubrían por completo mi cuerpo, me sentí pérdida en un mundo lleno de olores de tierra mojada, de maíz y de gusanos.Cuando se dieron cuenta de mi desaparición ya estaba anocheciendo y la luz del sol era mínima. Ben quique gritaba a lo lejos y yo le respondía, pero ni él podía encontrarme, ni yo me podía guiar por su voz.Esa tarde al caer el sol, fui la Alicia en el país de las maravillas y ahí descubrí, que mi espíritu vagara por donde vagara, nunca se iría de ese lugar. Ya noche, entre luces pequeñas que se movían simulando luciérnagas, cansada de esperar, sin saber que todos en aquel rancho querían encontrarme, recargué mi cabeza en un montículo de tierra. Tengo ocho años, miro por encima de mí a las estrellas, tan pequeñas y silenciosas, tan parte de todo y de nada...oigo el cantar de los grillos, posiblemente lloverá temprano, me quedo mirando la noche, la luna está creciendo pero se ve más pequeña, a su alrededor un aro azul.- Hará viento y se llevara la lluvia- pienso mientras miro como las nubes grises se acumulan en el cielo y esconden por momentos esas pequeñas luces que titilan en el manto oscuro, todo lo negro lleno de ellas. A lo lejos, la gente se ha cansado de gritar, y yo me quedo dormida, despreocupada. Ahí dentro, entre el maíz, no podrá pasarme nada, puedo dormir tranquila, solo tengo ocho años y no siento miedo.Y es extraño porque aunque soy niña de rancho, mis padres me han llevado a la ciudad, dizque para que progrese, se llevaron mi cuerpo, pero mi espíritu quedó en aquella tierra. Por eso, cada año que regreso me reencuentro, ya tengo ochos años y me siento de cuatro.Dentro de mí, aún quiero aquel piano, que Mireya carga para todos lados, abrazada a él, como si temiera que se lo fuese a robar.Y por las noches lo pone debajo de su cama y lo cubre con un tapete especial que le hizo con estambre. Y yo miro como lo cubre y como lo esconde. Y tengo ocho años, y pienso como nos aferramos a algo que no nos gusta, solo por el temor a que otro lo tome.Yo ni loca lo tomaría, ese piano es ajeno, juguete de niños, cuidado por grandes, porque Mireya ya es grande, ya tiene el período, me lo contó Alba. Y eso la separa de las demás por muy jóvenes o por muy de su edad que sean. El período la convirtió en mujer, y nosotras, Alba y yo, ni sabemos que es el período. Cuando Alba lo preguntó, Mireya se sonrojó mucho y la madrina la mando callar:- Alba, ésos no son temas que debas tratar con Mireya, ya sabrás todo a su debido tiempo.- le dijo la madrina con delicadeza pero firme, así era mi madrina. Es delicada, tierna, suave, sencilla pero firme.- No entendí qué es eso del período, Rocío- me platicaba mi amiga Alba, a través de la oscuridad. Acostadas en aquella cama y en ese momento, justo antes de dormir, se repasan todas las cosas que pasaron en el día. A susurros, para que nadie más escuche. - Pero Mireya,- me decía Alba y yo le escuchaba somnolienta-, primero en el baño, pegó un alarido de espanto y gritaba:- ¡me voy a morir!¡ Me voy a morir ¡ mi ama corrió rápidamente al baño y mientras entraba y no. Mireya seguía gritando: -Me corté. Me corté! ¡Me estoy desangrando! Bueno, después mi amá entró en el baño, todo el mundo se quedó afuera , Mi apa sentado en la cama, fume y fume, como si Mireya estuviera pariendo y mis hermanos riéndose bajito, burlándose de la Mireya. Y es que ¿no te parece que Mireya es tan pedante? Cree que se lo merece todo,¡ se cree tan bella! Y no lo es...No es nada bellaY me quedé dormida, escuchando la voz melodiosa de mi amiga, que hablando entre ronco y risueño, me adormeció.De todo eso me acordaba mientras seguía perdida en el maizal.No supe que pasó, pero desperté en la cama, cubierta con mil cobijas que me hacían sentir calor.- ¡Mamá!- gritó Alba- Rocío, ya regresó.. ¡amá!.Mi madrina llegó apurada, en las manos lleva una taza de atole, de ése que a mí me gusta tanto.- ¡Mi’ja, que susto nos diste!
¿Cómo te sientes?-Yo me siento bien pero no recuerdo nada, solo que me quedé dormida al resguardo del maizal.- mira rocío...si te duele algo es mejor que lo digas lo más rápido- apuró ella.- No... No me duele nada, madrina.- Bueno, lo que se te ofrezca, me lo mandas decir con Alba.Y sin más palabras salió de la habitación. Entonces Alba se trepó en la cama y mientras yo me tomo el atole, ella me dice:- ¡Que bárbara...! Vaya que estaban asustados mis apás. Anoche, ni la elotada pudimos hacer, ni cuando Mireya se estaba desangrando estuvieron tan asustados como ayer. Mi amá no decía nada, pero nunca le había mirado los ojos de ese tamañote- con los dedos sobre los ojos me indicó de que tamaño había puesto los ojos-, parecía lechuza, y hablando de lechuzas, fue doña chencha la que te encontró, estabas bien dormidota. A la buena que no llovió. A la buena que el viento se llevó las nubes, porque si no, ahorita te estuviéramos enterrando. Cómo estaríamos de asustados que Mireya le decía a Dios:- diosito, diosito te prometo que si la encontramos le regalo el piano..Te juro que le regalo el piano. Pero pa’mi, que no te regala nada. Aunque, ella sabe que a ti te gusta ese piano, pero no le importa. Oye, Rocío… ¡te gusta mi casa de muñecas? Si quieres te la regalo. ¿Ya te platiqué que esa casa de muñecas fue de la bisabuela de mi abuela? Se llamaba carmelita la bisabuela, y ella se la dejó a su hija Carmelita, y esta Carmelita II se la dejó a su nieta carmelita, y mi abuelita carmelita, como ya no tiene nietas que se llamen carmelitas, pues me la heredó a mi, aunque todavía no se muere, ni se morirá… ya ves… ni la revolución la mató, menos los años, y ve que viejita está...hasta huele como si se estuviera echando a perder. ¿La has olido? – Yo negué en silencio con la cabeza- ahora que regresemos al pueblo te llevo con ella y la hueles.- Claro que no- le dije yo- ni le vayas a decir nada a Mireya del piano, y tu casa de muñecas es muy bonita, pero no hay muñecas que quepan en ella, por eso mejor quédatela, cuando tengas hijas, le pones a una carmelita.- ¡¿Más carmelitas...?¡ ¡que va, ni loca que estuviera!Así quedamos ese día. Alba mirándome tomar aquel atole de maíz, y hablando sin parar. Y es por eso que el maíz ha hecho de mi...una forma de indígena, una forma de espíritu, una forma de idiosincrasia, perdida entre los sueños del pasado y los sueños del presente III Regresar, ¡si!Pero no de este modo, ni en este momento.Tantos años lejos y regresar así, doliente, extraña, desconocida.Al verme parada ahí, en medio de ese enorme camino blanco, tan lleno de polvo, tan lleno de susurros apagados como si los rayos del sol al caer adormecieran a los espíritus que danzan invisibles a los ojos de los hombres, bajo el sol abrazante que hace errar la visión y engaña al entendimiento. Ese camino se vuelve agreste e interminable.Un sendero, donde el tiempo se detuvo y en su trazo, después de haber estado extraviada por años enteros, me hubiera encontrado milagrosamente, recuperando todas esas sensaciones olvidadas. Me di cuenta, que más que carne son sensaciones lo que hacen de mi esto que soy ahora. Cuando viajo en el tiempo, miro aquel pueblo, tan arraigado en mi piel, como la cosa más solitaria y abandonada que conozco. Sin embargo, siempre esperé que al regresar, el pueblo hubiese cambiado. Tal vez, crecido un poco o dejado de ser el olvidado de Dios; que las calles no se miraran desiertas y sin vida, que el sonido apagado de los pájaros anidando, no dejasen sembrado esa sensación de soledad que se planta de diario en el suspirar lento de la vida, en el pasar imperceptible de los minutos, donde el diario es lo mismo siempre y las personas envejecen al mismo tiempo que mueren junto a sus casas y al lado de sus brechas floreadas.Pero no, es el mismo pueblo gris y solitario; es el mismo camino polvoriento, con los mismos árboles viejos bordeándolo. Es el mismo aire y el mismo olor; hasta mis oídos llega el rumor del río que gime acariciado por las ramas de los sauces que bajan hasta rozar sus aguas. Es la misma melodía de arrullo producida por las aguas que corren río abajo.Siento que no me marché nunca. Que algo de mi, quedó preso en ese camino de polvo, en esas paredes llenas de cal y ventanas cerradas.Entre el parloteo de los ojos que siguen infalibles nuestro paso por las calles, me veo de cinco años, vestida de tul blanco, con calcetines de holanes y zapatos de charol negro, con los ojos despejados de flecos y lagañas, el cabello firmemente sujeto en un peinado pegado con litros de limón para que no se salga de su lugar, con la cara llena de crema, rodillas y codos rojos de tanto restregarlos con piedra pómez, para dejarlos limpios.Me veo con los ojos anegados de pasado, sentada solitaria en aquella plaza, donde el kiosco tiene por techo al mismito cielo y en sus bancas de cemento blanco, se ha sentado el tiempo con su peso de clima y han cedido a la vejez, resquebrajándose, cayéndose a pedazos.Me veo sola, tomando todo lo que el día y su calor pueden dejar grabado en mi mente y en mi piel.Mis pequeños ojos miran en el cielo limpio, como cruzan las aves. No hay viento, sin embargo escucho las notas de los insectos entre la herbaje que crece a mis pies. Desde los corrales, oigo los mugidos apagados de las vacas, un que otro cacareo y el canto de un gallo a deshoras. Miro por la calle y alcanzo a escuchar el galope de un caballo, se va Martín de novio, al rancho de la Noria, me saluda ladeando el sombrero y yo le sonrió tenuemente. Martín es el amigo de mi madre, es un chico joven y trabajador que siempre anda cantando. Es delgado y atractivo, las muchachas se pelean por su amor, y lo veo pasar en su alazán El Cascarito como le llama él. Lo miró perderse en la distancia y me siento aún más sola. Sin saber cómo, me bañan la sensación de estar esperando que lleguen las ocho, no sé porqué razón, pero invariablemente, sé que las ocho de cada domingo marca el inicio de un indescriptible miedo y de una angustia que me ahoga el pecho, quiero recordar que pasa, pero solo me recorre el miedo y la negación a recordarlo. Sigo siendo una niña de cinco años pasando el domingo sentada en una derruida banca de aquella olvidada plaza.-¡Apúrate!- me grita mi madre con su voz potente y autoritaria- Oh, Dios! ¡ no quiero ir!- le quiero decir a mi madre, pero de mi boca no sale palabra alguna. Soy de nuevo esa niña a la que se manda callar con una simple mirada.Y deseo que el pueblo venga a mi, en lugar de yo avanzar hacia él. Mis pies de mujer se quedan clavados al polvo del camino...ya no soy ésa que regresa casada, con un hijo al brazo y otro en el vientre. Me veo de cinco años, llorosa, solitaria.Regresar así, ¡ no ! ¡ así no¡Y de pronto, como en sueños, me veo frente a mi madrina, no me sorprende verla vestida de negro, pero me maravilla verla como siempre, firme, mirada serena, confortando a los demás, en lugar de ser confortada. Me acerco y no me reconoce, sus ojos buscan mis ojos y le tiemblan los labios. Está tan anciana, pero su cara es de piel lozana, ligeramente ruborizada, sus ojos grises se miran verdes oscuros, le brillan los ojos con lágrimas contenidas. La recuerdo siempre, intocable su sonrisa en mi mente, le tomo las manos y me atrevo a decirle:- madrina...no sé porque pasó esto..Al oírme, solloza, me jala hacia sus brazos y murmurando en el oído me dice:- Dios en su bendita misericordia, se ha llevado a mi Benquique, pero te ha regresado a casa- .Y ella abrazada fuerte a mi, llora con tanto dolor, llora por todo el dolor y toda la m1