viernes, 29 de enero de 2010

Plumazos de Dos

Que vamos por la misma calle, hermana, en sentidos contrarios, y así cada vez más nos encontramos.
"cuando era pequeña, mi padre me dejó olvidada a la orilla de una laguna...", empiezas y lo has dicho todo.
Eso fue después de mi marcha.
"-Te he dicho que te quiero, hermanito?" -preguntas, y yo:
Querer... Tu bultito en la cama entre la sombra aquella vez, la cortina descorrida, la luna un cacho apenas, como si la hubieran puesto de farol colgando sobre el cerro... tu bultito, cuando ya iba a amanecer y no había tiempo, pues... Ni un beso te daría, no fuera a ser que en la de malas...
Un año entero me tardé, por ti... Había que irse, no podía más con tanto descalabro, tanta cueva, tanto agujero a mitad de donde fuera: la cocina, el corral, la fotografía de los viejos en el buró de para mí mamá y para ti madre -distinto hasta eso, ¿te das cuenta?
Había que irse, pues, pero no sé si tú lo sabes. Tal vez fue sólo a mí por ser el primero y el abuelo, a fuerza de quererme, cada que de la mano me llevaba al Güero, el cerro aquél, el que tú sigues contemplando por la misma ventana de esas noches a punto de dejarse -que se dejan, te lo juro, una a una, cada vez, acuchillarse por el filo, rojo sangre, ¿te has fijado?... cuánto tengo que contarte de cómo es él, por miedo, el quien se tiene que hacer el macho aunque a las claras, a las claras lo haga trizas la partitura, hermanita, bultito en la cama las noches abriendo el pecho para su sacrificio... igual que tú, que mamá-madre, que la abuela...
Un año de amanecer con el primer gallo, el equivocado ¿te acuerdas que le decía el abuelo volteando siempre las palabras para que rebotaran contra los demás sin que se dieran cuenta...? Al primero entendí que tardaría en irme, pero lo hice costumbre: al equivocado, todos los días, para pensar. Y era nada más en ti, en llevarte conmigo a buscar donde él me señalaba: los túneles, los pozos, corazon de tierra... Llevarte, pero cómo.
Me terminé de morir esa vez, la de decidirme, tú, bultito en la cama, la luna esa... En el recodo que da al ojo de agua empecé a echarle la culpa a ella, por decidirme... Estaba seguro de escucharte, llamándome. Y yo... Ya ves que el camino se estira ahí, derecho y largo, largo al subir suavecito el escalón. Y ¡para atrás, no!, que luego de la última loma debía hallar el primero y entrar, ir dando tumbos entre la sombra densa, negrura absoluta -y no negro de noche, Bultito, que es ese, vuelvo a jurarte, está la gloria, sino justo el contrario...
Hago que te confundas, ¿verdad? Pero ahora tienes que esforzarte en comprender, porque yo respeté tu paz en la cama, junto a la ventana y la respiración de Ellos acunando la casa. Aquel día no había vuelta atrás, y adelante no quería, no quería, por tí, y el camino me llevaba. ¿Ves?, le sigo echando la culpa, pues luego de ella fue a él. De ahí, del recodo hasta nunca.

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Oye, ya no me acuerdo bien cuándo fuimos a la playa la primera vez. ¿O nunca? Yo como que me acuerdo de La Paz, pero no sé si lo soñé. Según yo, con mamá y la abuela... uy, la edad no perdona, ¿cómo se llamaba?
"Y como que, ya era yo chamaco, te agarré de la mano, vil pingüica que apenas pasos dabas, y nomás sentiste el agua, tu cara... Era como si de ahí fueras y te reencontraras.
"Pero ya no sé. ¿O me lo invento y fue el paseo aquel al desierto y entre el hambre -no, conmigo la jefa se pasaba; a veces se le olvidaba mi desayuno-, ya sabes, de veras me creí que era agua, ¡y, no, peor, mar!
"¿Me pasas una chela? ¿Y donde está tu Juan, por cierto? ¿Y el chamaco?"



Recuerdas que al golpe de las olas, sobre mis pies, pegaba un brinquito, tú te reías de mi miedo y me decías que no pasaba nada que solo era agua asomándose en mis dedos...pero yo no tenía mucha confianza,era una nena con un gorrito de hule con florecita amarillas y tú apenas tenías doce años y te veía enorme. Mi mano entre tu mano me hacía sentir que eras el ancla. Pero un ancla que se reía y se movía escapando de las olas,no eras muy confiable y me dejabas ahí..mojándome. Recuerdo tus ojos brillantes y tu sonrisa amplia en tu piel dorada. No teníamos mucho en la playa pero nos dorábamos pronto. Y yo te gritaba:- No seas abosooooooooo!! y tú más te reías...
Deja las chelas, son para los adultos, esos que están metidos debajo de las sombrillas... el chamaco lo espantaste aquella tarde cuando saliste a barrer la calle y nos echaste toda la tierra encima...desde entonces, él pensó que tú no lo querías y se marchó, no le importó que yo lo quisiera.
Por cierto...era la madre de la abuela la que estaba haciendo ceviche de camarones... tu madre se había quedado en el kiosco enojada con tu padre porque no la dejaba ponerse un bikini. Tu padre gritó:-¡Pues no vamos y se acabo!!! Pero la abuela....no sé si la mía o la tuya...dijo que si íbamos y nos fuimos....que feliz iba yo sentada en tus piernas escuchándote cantar bajito, como cantando para mi...tal vez querías que me durmiera pero no lo conseguiste...¿estás loco como pudiste olvidarlo?



Odio tu chingada memoria. De todo te acuerdas y eras una pioja que no levantabas el metro (bueno, porque la jefa no te dejaba, cuando le metía a la costura y tú, más metcihe que las tías... esas, carajo... me lleva, ¿cómo se llamaban?; las dos solteronas, ¿te acuerdas?)
Cómo te quería, Morusa... ora la que no se acuerda o va a decir que no eres tú, que odiabas te dijera así desde que oíste a una señora de Veracruz que así le llamaba a las migajas... Por necia, atolondrada, canija, yohagoloquesemedémiganayaver y luego, vaya uno a saber cómo decidías cuándo, qué o porqué, tan mansa, dulce, tierna... como ese día de la playa (sí, sí era, ya me recordaste bien).
-¿Quieres ir al agua? -te dije, segurito de que ibas a empezar tu alboroto (bueno, qué, nomás estaban esperando el pretexto que fuera, o qué; pa panchera que eras) -Y no. Como otras veces conmigo y no con los demás, que te enmuinaban vaya a saber la razón, me agarraste la mano... uy, tu manita, Morusa (no empieces a soltar chingazos, total si te malpone el nombre, ya no lo digo y basta)... Yo creo que ahí aprendí lo que era la ternura, así, de tierna, como los becerros, como la carne, pues, o la fruta...
Era como si dijeras, Adonde quieras manito. Si quieres, hasta hasta allá, donde andaba el barco aquél, ¿te acuerdas?, que nomás sabíamos que era por el humito...



Contigo hasta el fin del mundo, era como tu pelusa, o tu perrito de aguas, te veía tan gallardo, eras como un príncipe de cuentos, siempre me recuerdo agarrada a tu mano, siempre en mi vida, no hay habitación que nos tenga juntos...
odiaba que me dijeras morusa pero....al mismo tiempo lo adoraba porque era algo muy de nosotros, nadie mas me llama así...
¡siempre estabas al lado mio...mirándome, cuidándome y riñéndome! Sí me querías y no solo yo te lo notaba....te acuerdas que me sentaba al lado de la costura, un dia mientras estaban preparando el vestido de novia que se pondría maruquita la que se cansaba con el zapatero,( las tias solteronas bordaban aquel vestido con tanto amor como si las casaderas fueran ellas, sumergidas en sus suspiros no se daban cuenta que yo también quería ser costurera y con la parte baja del vestido quise hacer mis modelitos y le metí tijera. Tú estabas sentadito muy serio mirando por la ventana a zobeida, que te gusta reharto ...no sé quién suspiraba mas alto si cuca, lila o tú enano. Te temblaban las manos y el pecho...y entonces algo de mi silencio te llamó la atención , pegaste un brinco...como aquel que diste cuando la ola me arrebató de tu mano y me arrastró mar adentro...bonita manera de arrancarme los sueños,las tías soltaron un grito, peor que si alguien las hubiera violado, abrieron sus ojos como latas, se taparon el grito con los puños de las manos. No sé quien se asustó más..ustedes o yo...
Había tanta agua y me sabía tanto a sal...no supe como volví a la playa...solo supe que al abrir los ojos...sentí tus lágrimas que caían sobre mis labios...
Entonces me subiste en hombros, y me llevaste caminando a lo largo de la playa..no alcanzamos el barco... no lo alcanzamos...



, Pelusa -así también, ¿te acuerdas?-, deja y me enjuago tantito, que traía manos de chile y me restregué el ojo



No puedo recordar cuántas noches te esperé sentada frente a la ventana, mirando como iba y venía el viento, aún cuando al lado mio, en el catre, moría la tía Cuca. Una parte de mi esperaba verte doblar en la esquina y la otra parte espíaba el compás que hacia la respiración débil de la tía. Ella siempre decía que volverías, que si no era en ese barco, sería en cualquier otro. Que eras un marinero vagabundo pero que estabas anclado en la tierra. Que las raíces de la familia no te dejaban dormir en paz, que éramos como una maldición.
Yo quería creerle. por eso te esperaba siempre. No sé si te llegó mi carta donde te pedía que vinieras a mi boda, quería que me entregaras en la iglesia. Pero no llegaste, te esperé hasta una hora antes de la ceremonia. no pude casarme sin tenerte ahí al lado. Carlitos no entendió mis razones y ahora me odia con tal fuerza, dice que lo humillé, que por culpa de un extraño al que no le importo le puse en verguenza frente a todos sus amigos. Pero tú no eres un extraño, y siempre te importé y yo no podía casarme sin saber que contaba con tu bendición. Quería que me tomaras el brazo y me convencieras de que todo estaba bien. Nada estaba bien, y mejor fue que no me casara. Ya sabes tu padre despotricó durante meses y dejo de hablarme. siempre fuimos las ovejas negras de la familia y con eso lo había confirmado.
Aquella noche, cuando murió la tía, susurró tu nombre, después exhaló y murió. Fuiste lo último que recordó, date cuenta de lo importante que eres para nosotras, para mi en especial que sigo buscando embarcarme contigo desde que tenía no sé cuántos años.



Estoy detenida en esta habitación, hoy enterramos a la tía Lila, se murió al rato de su hermana. Que extraños son los quereres..recuerdas que este par de solteronas, caminaban por la plaza hasta la catedral y se detenían en la entrada, daban sus limosnas de todos los días a los pordioseros y se regresaban a casa..nunca entraron a la iglesia. Hoy tu padre le arreglo una misa, creo , no estoy segura que tu tía se debió revolcar dentro del ataúd, no porque fuera mala ni llena de pecados, sino porque no era simpatizante de la iglesia.
Cuando llevamos sus cenizas a la cripta, encontré un clavel rojo detenido en la lapida de la tía cuca.¿quién lo habrá puesto ahí? estaba seco, pero los pétalos seguían firmes. Me acerqué y le dije muy quedito:- cuca en este barco tampoco ha venido, y no creo que regrese.
Enano, ¿algún día regresarás?
No sé, Pioja. Y ahora que me dices lo de la tía Lila... ni lo de su hermana sabía, y de la historia no me acuerdo, no me acuerdo. Me desespera, es como haber perdido las raíces, haberlo perdido todo. Menos tú. Si no fuera por ti... Bueno, están los míos nuevos... que no conoces... Y claro, esto: el zumbido grueso de la ciudad, que nunca para, los vecinos junto a mi ventana desenredando su vida... La luna llena es la misma. ¿La ves? ¿Por dónde? Cuéntame de tu ventana... Alpiste, te iba a decir, como cuando te molestabas...

Llevas muchas horas sumergido en ese mar de gente, tratando de encontrarte pero solo logras olvidarte. No recuerdas nada, olvidaste incluso, que nos sentábamos en el balcón, mirando como pasaba frente a nosotros la luna, tú me contabas cuentos mágicos.
Decías que un día irías a pasear por el mundo, que recorrerías todos los continentes y de cada ciudad me traerías un recuerdo. Temo tanto a que me olvides, a dejar de ser alguien en tu pensamiento. Son tantas las cosas que miras y aprendes, que esta piojosa quedaran en el ático de tu memoria y empezaré como las fotografías, a perder nitidez y color....después no seré ni un recuerdo .
¡Tienes que regresar! Tienes que ponerte en esta ventana a mirar como Zobeida se quedó esperando por ti, siempre que pasa mira la ventana y los ojos se le ponen aguados, aguados como los míos.
Yo aún quiero tomar ese barco contigo...


Te he dicho que te quiero, hermanito?

Querer... Tu bultito en la cama entre la sombra aquella vez, la cortina descorrida, la luna un cacho apenas, como si la hubieran puesto de farol colgando sobre el cerro... tu bultito, cuando ya iba a amanecer y no había tiempo, pues... Ni un beso te daría, no fuera a ser que en la de malas... Un año entero me tardé, por ti... Había que irse, no podía más con tanto muerto... pero no sé si tú lo sabes, tal vez fue sólo a mí por ser el primero y el abuelo, a fuerza de quererme... Un año de amanecer con el primer gallo, el equivocado ¿te acuerdas que le decía el abuelo volteando siempre las palabras para que rebotaran contra los demás sin que se dieran cuenta...? Al primero ya sabía que tardaría en irme, pero lo hice costumbre: al equivocado, todos los días, para pensar. Y era nada más en ti, en llevarte conmigo donde todo floreara, porque para mí así era, nada despertaría jamás ahí... y ya no sé si nada más fue el abuelo... Por ti y dejarte y luego... Me terminé de morir esa vez, la de decidirme, tú, bultito en la cama, la luna esa... En el recodo que da al ojo de agua empecé a echarle la culpa a ella, por decidirme... Juraba que te oía, ¿sabes?, llamándome. Ya ves que el camino se estira ahí, derecho y largo, largo al subir suavecito el escalón. Y ¡para atrás, no!, pero para delante tampoco, aunque me llevaba... ¿Ves?, le sigo echando la culpa, porque luego de ella fue a él. Y al quería correr para que florearas, no le quedaba más que tu retoño. De ahí, del recodo hasta nunca.


Siempre creí que el gallo equivocaba su canto, me sonaba mas real al caer la tarde, cuando en el cielo los nubarrones amenazaban con agua. Intuía que tú querías marchar, habías crecido y la casa te quedaba chica. Las raíces, las pocas o muchas, te jalaban hacia el pozo y te asfixiaban. Lo que nunca supe es que te quedabas por mí, nunca creí ser un amarre antes de tu partida. No sabía nada, incluso no sé si a estas fechas estoy segura de saber algo. Ya no sé si mis recuerdos son reales o no.
¿La luna? Distingo la luna a través de ti, de todo lo que pasamos juntos, de todos los secretos que me compartiste, creyendo que por ser una pioja no te comprendía, y es verdad no te comprendía. Yo no entendía porque tenías que embarcarte dejándome sola con ese montón de adultos, todos preocupados por si mismos y sus propias luchas y por qué ese desencuentro con tu padre y ¿qué tenía que ver yo con tu padre?
Tu abuelo fue distinto al mio pero similar. Claro, los dos andaban en los mismos pasos de luchadores sociales, ni tiempo tenían para vernos; pero, aún así, yo lo miro sentado al lado tuyo ahí, en la mesa, te cuenta cosas ¿qué te cuenta? El mio me contaba de las balas, de las placas de acero en la espalda, después me daba 10 centavos como pago a mi silencio, él como tú, también me contaba sus secretos.
¿la luna? La luna tiene culpa de todo, de mis llantos nocturnos extrañándote, de mi sensación de vacío, de mi falta de ti.
Si regresas, ¿sería volver atrás? ¿sientes que no puedes?
Es difícil ser parte del pasado, donde uno queda como pieza de colección acariciada de cuando en cuando por la luz de los recuerdos.
Yo sigo siendo aquella pioja, morusa o pelusa. Han pasado todos los años pero yo me sigo mirando en el espejo y distingo a esa niña que no ha marchado. No ha marchado porque te espera..


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